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Viviendo con lupus

Aunque cada año el lupus afecta a más de cinco millones de personas en el mundo, es una enfermedad de la cual sabemos poco. En la historia de esta valerosa mujer hay mucho por descubrir.

Testimonio del amor por la vida es el de Adelaida Molina de 45 años, quien ha hecho de la lucha contra el lupus en su vida una oportunidad para ser mejor persona y ayudar a los demás.

La única manera de enfrentar las dificultades en la vida es con ganas de vivir. Esto lo sabe de antemano Adelaida. A ella, como a muchos otros millones de personas alrededor del mundo, le ha tocado afrontar una enfermedad inesperadamente.

Esta mujer ha aprendido a convivir con lupus, una enfermedad sin cura, pero que llevada de manera saludable, con energía y fuerza, le ha permitido enfrentar cada obstáculo que se le presenta en el camino.

LA META ES GANAR LA BATALLA


El lupus, una enfermedad difícil de diagnosticar pues sus síntomas muchas veces se parecen a los de otros padecimientos, tiene fuertes connotaciones sociales y emocionales para quienes lo sufren.

Esta enfermedad inflamatoria crónica ocurre cuando el sistema inmunológico del organismo ataca sus propios órganos y tejidos erróneamente, afectando diversas partes del organismo.

El lupus más común es el denominado sistémico, que puede ser leve o severo y afecta principalmente la sangre, las articulaciones y ciertos órganos como los riñones, el cerebro, el corazón y los pulmones. Otro tipo de lupus, denominado discoide o cutáneo, afecta primordialmente la piel.

Adelaida demuestra su empeño de vivir superando el lupus a través de sus actividades cotidianas: Vendiendo pacas de alfalfa por la calle Sufragio Efectivo y Tetabiate.

“Esta enfermedad es frecuente en mujeres jóvenes, entre los 15 y 35 años, y las manifestaciones clínicas son variadas incluyendo fatiga, dolores articulares, lesiones cutáneas, fotosensibilidad, fiebre alta, mal estado en general, afectación renal, convulsiones -epilepsia-, psicosis, depresión, accidentes cerebrovasculares, derrame pleural y abortos, entre otros”, comentó Adelaida.

Aunque por el lupus tiene restringidas las actividades al sol, ella se las arregla para ofrecer sus pacas a los diversos compradores de la región, pues para poder vender el mencionado forraje tiene que sufrir las inclemencias del clima, sobre todo el calor que azota la región en estos meses.

“Lo bueno que en ese árbol pongo una hamaca y me cubro un poco del sol, pero el calor se siente bastante, pero me aguanto porque es la única forma que tengo de obtener el pan de cada día”.

“Anteriormente ejercí durante 10 años como maestra de telesecundaria, iniciando mi trayectoria en el magisterio en el Ejido Ojo Agua de Cumpas, para después continuar en el Ejido Miguel Alemán, en Hermosillo”.

“Cuando me detectaron el lupus me pensionaron y por restricción médica tenía que estar en mi casa, pues no debemos de exponernos al sol, por lo que me sentía achacosa, con dolores, en pocas palabras la pasaba muy mal”.

“Pero la situación actual por la que atraviesa la ciudad y el país, me vi obligada a buscar un ingreso más, por lo que decidí sembrar unas tierras que son de mi propiedad y vender pacas de alfalfa”.

LA NOTICIA

“Cuando me detectaron lupus tenía 23 años, estaba soltera y como tengo familiares en Phoenix, Arizona, fui a hacerme otro estudio, sólo que allá me salió negativo, por lo que no le di mucha importancia y continué con mis labores como maestra”.

“Dos años después empezaron a brotar los síntomas, pues sentía que se quemaba el cuerpo por dentro, además de que no tenía energía para nada. Una pierna no me respondía, por lo que tuve que usar bastón”.

“De hecho dure dos años con depresión, solamente estaba en mi casa ubicada en el Ejido la Democracia, en San Ignacio Río Muerto. Tenía un carro Nitro modelo 2007 que me encantaba y mejor decidí venderlo pues no soportaba verlo estacionado y no poder manejarlo”.

“En 1998 estuve medio año encamada en Hermosillo, sólo me levantaba al baño, ya que el dolor era insoportable, pero gracias a Dios y a la medicina, me recuperé un poco y me fui unos días a Ensenada a ver a mi familia”.

Y LA VIDA SIGUE...

“Cuando nació mi nieto, el 29 de agosto del 2013, todavía tenía depresión, pero como el parto fue por cesárea tuve que ayudarle a mi nuera, ya que ella no podía hacer muchas cosas por la cirugía y el reposo que debe tener”.

“Mi nieto me sacó del hoyo en el que estaba, pues duraba 15 días sin bañarme, pero gracias a los cuidados de mi mamá, Doña Carolina Reyes, salí adelante, ya que ella me alentaba y sobre todo me llevaba la comida hasta la cama”.

“Todo el primer mes le ayudé a mi nuera con el cuidado del bebé, al que por cierto adoro y amo con todo mi corazón, pues él me dio muchas fuerzas para seguir adelante, así como mi hijo Alejando Noriega”.

“Aproximadamente en octubre al sentirme mejor pensé en sembrar mis tierras, por lo que mi hijo le hizo los trabajos de barbecho, rastreo y sembró la parcela”.

“Desde entonces estoy activa. En enero del presente año empecé a trabajar en la venta de pacas, por lo que le doy gracias a Dios porque no he recaído, siguiendo al pie de la letra el tratamiento del doctor”.

“Lo que me ha quedado muy claro es que al estar activa, no pienso en que estoy enferma, por lo tanto yo vivo como una persona sana, tomando mis medicamentos y cumpliendo con el programa de citas que me asigna mi médico de cabecera”.

“Por último sólo le puedo decir a los lectores que el dinero no lo es todo en la vida, pues con él no puedes comprar la salud ni la felicidad.

¿De qué me servía tener mi carro si no podía usarlo? De nada. Pero ahora que me siento mejor soy tan feliz, por eso le doy gracias a Dios por haberme ayudado a salir adelante, así como también a mi mamá y a mi hijo que siempre estuvieron dándome ánimos para recuperarme.

Por David Vázquez Ramírez
05 de Julio de 2014 - 21:55 p.m.

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